martes, 6 de julio de 2010

Sábados de sol


- Si algún día llegase a tener dinero, sin tener la necesidad de salir corriendo a pagar deudas, completaría mi biblioteca personal con todos los libros que he leído prestados o en bibliotecas públicas. Por ahora me conformo con los pocos que voy acumulando gracias a libreros de usados y a los aaaamiiiigooos. Lo comento porque se acerca mi cumpleaños, no por otra cosa.
- ¡Si, viejo, pero es hora que te acuerdes para mi cumpleaños que quiero cambiar el auto hace ya algún tiempo (todos rieron)!

Hace poco, no sé bien la causa (creo que debido a un ataque mezcla de contabilidad y literatura) el número llegaba exactamente a muchos, pero como siempre, en contabilidad, el “haber” resulta poco.
Recuerdo que cuando estaba en esa tarea me resultaba difícil alcanzar los tomos de la colección de “Jorge Luis” (así lo llamo ya que lo tengo de amigo) sobre una silla, medio en puntas de pié y con los brazos estirados uno de ellos cayó de pronto entre mis dedos. Sí, esa fue la primera oportunidad.
Al principio resultó extraño, pero luego me acostumbré y realmente resulta cómodo. Basta mencionar a Fierro para que se pose sobre el escritorio el tomo encuadernado en cuero con ilustraciones de Castagnino, luego les enseñe a jugar a las adivinanzas y hoy basta decir por ejemplo: lunfardo, cueva, policías y tengo a “Memorias de un vigilante” girando alrededor. También juego a inventar y al principio se nota un sordo cuchicheo, hasta que se dan cuenta y es el tomo A de la colección de diccionarios el encargado de darme algunos golpecitos en la cabeza a modo de penitencia.
He notado además que han cambiado de posición y no respetan el orden lógico (a mi entender) dado en un principio. ¡Se sorprenderían de ver quienes conviven en el tercer anaquel sobre la punta derecha! O los que terminaron uno cerca de la ventana y el otro cerca de la pared opuesta!
Me encanta decir palabras como: hombre, justicia, verdad y observar como se empujan para ponerse delante de mí. Yo los conformo abriéndolos a todos y repasando algunas líneas de cada uno.
Los sábados de sol les digo: ¡Bueno chicos, a sacarse el polvo! y se llena la casa de aplausos de hojas, eso sí, a los estantes los tengo que repasar yo por más que les hable!

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