Una mujer a lo lejos, puede enamorarnos por la figura de su busto… o de sus piernas. Por la estreches de su cintura o el movimiento de su pelo. Una mujer a lo lejos, puede enamorarnos por inalcanzable, por su ausencia. Por la insinuación de su sonrisa o el destello furtivo de sus ojos. Por su caminar o su quietud, por alejarse más o por la sensación, casi mágica, de que se aproxima.
Pero atención, cuidado! Una mujer cercana, sencillamente y sin excusas… puede enamorarnos.
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