miércoles, 10 de septiembre de 2008

Girando sobre una mesa


No se, me siento como un estudiante de secundaria frente a un examen. Pero me duelen más los huesos y el pecho tomado por el tabaco, nunca creí que consideraría dejar de fumar seriamente, o será la humedad y el calor en pleno invierno? O será el calentamiento global y no mis treinta cigarrillos diarios? O será cualquier cosa lo que ocasiona esta tos y el silbido en medio del pecho al hacer el amor? No se. Ahora veo la taza sobre la mesa del café y le envidio la consistencia, su presente claro, su destino sin tos ni cáncer en los pulmones. ¿Cómo ser una taza? ¿Cómo desprenderme del más del ochenta por ciento acuoso de mi cuerpo y dejar la materia sólida necesaria para moldear una firme porcelana?

Comenzar por aquellos lugares que ya se inertes, mis serviciales de irrecuperable flexibilidad después de treinta años sentado frente a la computadora, mis pinzamientos de columna y mi incipiente artrosis en las manos. Ahora tensaré los músculos de las piernas y del brazo izquierdo (el derecho lo necesito todavía para escribir, será finalmente el asa, mi asa, el asa de la taza que seré para ser algo más importante que yo mismo). Tengo que tener cuidado porque voy tomando una postura casi fetal y poco parecida a una taza, debo reducir o aplacar el ritmo de mi respiración, nadie querrá una taza oscilante para su café. Tengo fiebre. Una oscilante taza fetal de café! No, hasta yo mismo me rechazaría. Encima la tos, tos, tos, tosa, tasa, taza... encima esta tos y la fiebre.

El salón se va poblando de gente y el mozo me mira desde la barra, el mozo no sabe que es lo que ve, debería pagarle antes de desaparecer en forma de taza, veo la preocupación y la indiferencia en su cara. ¿A quién le cobraré si este hombre se muere o se convierte en taza? ¿Que taza será la responsable de la cuenta de la taza de café? Señor, señor se siente bien (ahora sacude mi “brazosa” y se asusta por mi palidez... blanco taza). Pero las tazas no hablan y el mozo cree ser estafado, el mozo que ha convivido con miles de tazas no ha sabido distinguir entre una taza y una taza y una taza. ¿Señor se siente bien? Señor la cuenta! Señor no se tire sobre la mesa! Suelte la taza, señor! José ayudame a sacar a este vivo! Y las cosas que hacen para no pagar un café y lo bien vestido que está y quién lo diría y ya no se puede confiar, si si si, abrí la puerta.

Alguien sale por la puerta sin rumbo. Como girando sobre una mesa, tropezando con los parches de un mantel roto como una vieja ciudad.

La puerta que se cierra, veo al mozo y a José que vuelven a juntar la mesa. La bandeja está fría, esto no será bueno para mi tos, pero el vapor de la pileta me reconforta. Lastima que en el salón se fume tanto, ese humo nos va a matar a todos.

Néstor Melano.
(c)2008

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